Autor:
Pachi_G Fecha: Lunes, 07 Septiembre, 2009 ⭐ Puntos 4 (2 votos)
Un gratificante recorrido por un Brasil cercano y diferente, con las selvas frías de nuestras montañas patagónicas, el estilo alpino, las araucarias de nuestro Neuquen y los resabios gauchos de lo que supo ser parte integrante del Virreynato del Río de la Plata.
VIAJE A LAS SIERRAS GAUCHAS
Julio 2009
Participantes: Diana Otero, Ernesto Roig, Silvia Mercère, Francisco “Pachi” Gorricho.
Vehículo: El Honda Fit de los Roig.
SABADO 18: ESCALA EN ROSARIO
Si bien vivimos en Mar del Plata, este viaje comienza en Buenos Aires, donde vive nuestro hijo Martín Para ir de Buenos Aires a Gramado no hace falta pasar por Rosario, pero nosotros lo hicimos. El motivo fue que el año pasado Silvia y yo habíamos ido con otros viajeros (El Chino y La Palomita), nos había gustado y ahora Ernesto y Diana querían hacer una pasadita. Llegamos con sol como para recorrer en auto el elegante bulevar Oroño, visitar el monumento al Che Guevara y hacer una caminata por la costa cerca del Museo de Arte Moderno. Luego, ya oscuro, nos tomamos un café en el Bar El Cairo (tuvimos la suerte de que la mesa que usaba el Negro Fontanarrosa estaba desocupada), recorrimos el magnífico edificio de la antigua tienda La Favorita (actualmente Falabella), caminamos por la peatonal y cenamos cerca del hotel. Más sobre Rosarto en nuestro viaje anterior:
pachig.blogspot.es/1218995280/
DOMINGO 19: ENTRANDO EN TIERRAS GAÚCHAS
Salimos temprano para hacer un largo tramo de 800 km hasta Sao Gabriel. Una vez cruzado el enorme puente sobre el brazo principal del Paraná, hay 60 km. de puentes y terraplenes sobre el “desierto de agua” del delta hasta Victoria. Allí empieza la ondulada tierra entrerriana (lomadas), ondulaciones que se prolongan en Uruguay (cuchillas) y también en el sur de Brasil. Habiendo salido de Rosario de Santa Fe, este tramo nos deparaba pasar por otros dos Rosarios: del Tala, en Entre Ríos, y do Sul en Brasil. Pero antes había que pasar las aduanas. Al cruzar el puente Colón - Paysandú alguien nos indicó que pasáramos por un puesto en el que no había nadie. De modo que continuamos nuestro camino sin hacer ningún trámite, dejando de lado así las grandes demoras que nos anunciaban en distintos blogs que ocurren aquí. Algunas horas después habíamos cruzado el “paisito” contemplando lindos paisajes de campiñas, especialmente en el “Valle del Edén”, cerca de Tacuarembó, y nos encontrábamos en Rivera, en la frontera con Brasil. Al explicarle al funcionario uruguayo que no teníamos ningún papel de entrada, nos dijo simplemente “entonces no les hago ningún papel de salida”. Así rumbeamos hacia la aduana brasilera, q ue está en la misma ciudad, que del lado brasilero se llama Santana do Livramento. Acá se complica la cosa por falta de señalización. Recomiendo llevar impreso el planito y las indicaciones que aparecen en
enautoabrasil.blogspot.com, haciendo clik, de los croquis que aparecen al principio, en el que indica “Colón – Paysandú”. La aduana allí se llama “Policía Federal Brasilera”. Allí nos atendieron prestamente, pues estaban muy entretenidos mirando el clásico gaúcho Gremio – Inter que se estaba jugando en ese momento en Porto Alegre. Llegamos justo cuando nuestro compatriota Maxi López hacía el gol del triunfo para el Gremio con lo cual salió al día siguiente en la tapa de todos los diarios.
Entre la distancia y los trámites se nos hizo de noche al llegar a Sao Gabriel, donde nos hospedamos en el hotel Obino, que habíamos reservado. Dimos una vueltita a pie por esta ciudad chata y tranquila, de 62.000 habitantes, aunque la plaza central estaba llena de adolescentes escuchando música y tomando mate. Esta ciudad “gaúcha” presenta la curiosidad de haber sido fundada por el célebre naturalista Felix de Azara en 1800 como baluarte del Virreynato del Río de la Plata en las Misiones Orientales. En su fundación participó el General Artigas que al mando de sus blandengues desalojó a los pobladores portugueses, que más adelante recuperaron estos territorios, que ahora forman parte del estado más sureño de Brasil, Río Grande do Sul, más extenso que Uruguay y con más de once millones de habitantes.
Nos llamó la atención no encontrar lugares donde cenar. Tuvimos que volver hacia la ruta, en cuyas cercanías había un par de restaurantes abiertos. Cenamos en uno que era de esos de “autoservicio” en donde pasamos bastante frío.
LUNES 20: GRAMADO
En el tramo Sao Gabriel – Porto Alegre empiezan a aparecer los peajes (hay 2) que son bastante más caros que los argentinos (mínimo 7 reales que al cambio actual son 14 pesos) y los pardais (radares). Hay 5 en los últimos cien kilómetros y hay que estar atentos. Los brasileros, como nosotros, suelen establecer normas que nadie cumple. En la ruta los carteles anuncian que la velocidad máxima es de 80 km por hora. Nadie la respeta, salvo donde están los pardais, siempre en zonas semi-urbanizadas, que establecen una velocidad máxima de 50 ó 60 km/hora y que hay que respetar a rajatabla, pues caso contrario te cobran la multa en la frontera al regresar. No hacen trampa, ya que los anuncian debidamente con carteles.
Esta zona está muy trabajada agrícolamente, destacándose los arrozales, y en los costados hay gente ofreciendo artesanías gauchescas (ponchos, artículos de cuero, etc.).
También hay que estar atento al pasar por la gran urbe de Porto Alegre. La ruta 290 por la que veníamos se superpone luego con la 116. Se cruzan varios puentes sobre cantidad de ríos que marcan el comienzo de la gigantesca Laguna dos Patos (la segunda más grande de Sudamérica, después del lago Maracaibo en Venezuela), y se van viendo los rascacielos de la ciudad.
Al cruzar el puente principal sobre el río Guaiba hay que fijarse bien en los carteles que indican “Praias de norte”, Canoas, Sapucaia do sul o Novo Hamburgo, y nos irán desviando hacia la izquierda. Así continuaremos por la ruta 116 (la 290 sigue rumbo a Florianopolis) atravesando largos kilómetros de suburbios hasta Novo Hamburgo. En este punto un gran cartel indica “Gramado y Canela” hacia la derecha. Sin embargo es recomendable continuar derecho por la 116 rumbo a Caixas do Sul, desviando antes, en Nova Petrópolis hacia la derecha por ruta RS235. Lo recomiendo porque esta es una ruta muy bonita, llamada “ruta romántica” que ya saliendo de la gris urbanización que llega hasta Novo Hamburgo, empieza a subir las Sierras Gaúchas, demás de 800 mt de altura, llenas de bucólicos pueblitos y frondosa vegetación. Así empezamos a disfrutar de estas hermosas sierras dominadas por las araucaria angustifolia, también llamada Pino Paraná, pariente cercano y muy parecido al pehuén neuquino (araucaria araucana), acerca del cual puede leerse mi relato del viaje a Neuquén, en:
pachig.blogspot.es/1174221000.
En Nova Petrópolis ya empieza la “Región de las Hortensias”. La ruta 235 se llama aquí justamente Avenida de las Hortensias, y por ella se llega a las otras poblaciones turísticas: Gramado, Canela y Sao Francisco de Paula. Es una zona casi totalmente urbanizada, pero en estilo jardín: ninguna construcción supera los 4 pisos, prevalece nítidamente el estilo de construcción alpino (producto de la gran inmigración proveniente de esas regiones europeas), se cuidan mucho los parques y la vegetación. Otra curiosidad es que no hay semáforos, pero los automovilistas respetan y dan prioridad siempre al peatón que cruza por los pasos cebra. Las plantas de hortensia son las más abundantes. Lamentablemente en esta época invernal no están en flor, y la mayoría están podadas esperando el rebrote primaveral.
Al llegar a Gramado nos dirigimos a la Posada Zermatt, donde teníamos reservadas dos habitaciones por 4 días. Resultó muy bien atendida, en forma familiar, por Dalciomar, su esposa Terezinha y su hija, y con unos desayunos espectaculares, con abundancia de exquisitas tortas caseras, variedad de jugos, frutas, fiambres, quesos, panes y dulces. Como para empezar los días “a pleno”!! Como habíamos llegado al mediodía, decidimos comprar algo de fiambre y hacer un picnic en el Lago Negro. Hacia allí nos dirigimos caminando, pues este es un pequeño lago artificial en medio de la ciudad, donde la gente va a pasear y a navegar en graciosos botes a pedal con forma de barco pirata o de cisne. En el camino fuimos apreciando la hermosa urbanización y forestación de esta ciudad de 33.000 habitantes.
Al llegar la noche, al buscar donde cenar nos dimos cuenta que los precios también eran caros comparados con los argentinos. Dalciomar nos recomendó el Galeto Italia, Av. Das Hortensias 707, donde tienen un menú fijo, con pastas, pollo, lechón, etc. e incluyen sopas y postres a elegir en forma “autoservicio”. Una opción interesante es el “buffet de sopas”, más económico, que sólo incluye las sopas y el postre, a voluntad. Además, el lugar está amenizado por suaves melodías internacionales que entona un cantante que se acompaña con un órgano. Entre ellas la gardeliana “El día que me quieras”.
MARTES 21: PARQUES DO CARACOL Y DA FERRADURA
Decidimos encarar el principal atractivo de esta zona: el parque do Caracol, a sólo 7 km. El costo de la entrada es de 10 reales por persona. Es un parque muy bien instalado y organizado. Hay restaurant, parrillas y lugares para hacer pic-nic. También diversos atractivos vinculados, tales como un mirador al que se accede por un ascensor (pagando), un trencito que recorre el parque hacia una “aldea india” (también pagando), puestos de venta de artesanías "gaúchas" , restaurant, un centro histórico ambiental, etc. También hay una aerosilla, pocos metros fuera del parque. Estaba muy concurrido, por eso al llegar al mirador principal, había que esperar turno para sacar la foto a la cascada que cae “a pique” desde una cornisa, con 130 mt. de altura. Comentamos que su aspecto es muy parecido al Salto del Agrio, en Neuquen (ver
pachig.blogspot.es/1174525260/ ), claro que con mucha más altura y vegetación. Se ve desde bastante lejos, pero el amplio valle que la rodea completa un panorama de gran belleza.
Al entrar nos habían avisado que no estaba habilitada la escalera de 900 escalones que baja junto a la cascada. De modo que, pensamos en forma positiva, nos ahorramos el esfuerzo que íbamos a realizar, pero evidentemente nos perdimos un atractivo importante.
Lo que hicimos fue recorrer el circuito organizado, muy tranqui y descansado. Lo más exigente fue desviarse por el sendero hacia las ruinas del molino, desde donde podía verse otra hermosa cascada previa a la principal.
Más arriba, el río forma rápidos, y se ensancha en un terreno más plano entre altas barrancas.
Luego de hacer el consabido pic-nic cerca del Centro Histórico Ambiental, nos jugamos a que el escaso sol de julio nos permitiría otro paseo y decidimos encarar para el Parque da Ferradura, recomendado por Daniel523, aunque él le había dedicado todo el día. Pero teniendo en cuenta la cercanía (7 km. más continuando el camino) y que no habíamos tenido que bajar los 900 escalones, consideramos que estábamos en condiciones de hacerlo. Pero acá el panorama cambia completamente: en el civilizado Parque do Caracol se acaba el pavimento y empieza un camino de tierra bastante precario, con la curiosidad de que se llama “camino das gracias” pues es el lugar elegido por los cristianos para manifestar su veneración a diversos santos y vírgenes mediante altarcitos con inscripciones a todo lo largo del camino. A mí, como no soy supersticioso, se me ocurrió comentar en ese momento que no necesito que me proteja ninguna virgen, más bien las vírgenes son las que tienen que protegerse de mí… ;).
Al entrar en el parque, hay que abonar otros 8 reales, pero sí que vale la pena. El parque, mucho menos concurrido que el anterior, y con menos servicios, presenta a poco de andar un espectáculo imponente: la vista panorámica hacia un enorme cañón de 400 mt de profundidad en forma de herradura (de ahí el nombre del parque), en el fondo del cual discurre el río Cai.
Desde distintos miradores se aprecian varias perspectivas del mismo. Son destacables los altos barrancos de piedra y la desembocadura del Arroyo del Cazador en el río . Hasta allí se puede llegar caminando por otro sendero, pero no nos daba el tiempo ni el cansancio para hacerlo. Sólo nos desviamos para hacer un sendero “de los coatíes” de 10 minutos a través de la selva. No se presentó en ese trayecto ningún coatí, pero sí cuando estábamos ya por subir al auto para regresar, un grupo de 20 ó 30 coatíes fue cruzando tranquilamente el camino para el lado del cañón. Alcanzamos a fotografíar a un rezagado.
Para completar la jornada, de regreso paramos en el Castelinho Caracol , un caserón construido en 1913/15 con madera de araucaria, recomendado también por Daniel523 para probar los famosos apfel-strudel, infaltables en el ambiente alemán de estos lugares. Allí, aparte de la cafetería funciona un museo, con las habitaciones ambientadas como aquella época. No se puede acceder a la confitería sin abonar la entrada al museo (6 reales).
El predio está en un bonito parque junto a un arroyo que se puede cruzar por un puente de madera techado.
MIERCOLES 22: CANELA Y PARQUE DAS CORREDEIRAS
No sé si adjudicarlo a no haber dejado ventilación en la habitación (no a la comida, pues todos cenamos pizza y yo fui el único afectado), la cuestión es que me levanté con mucho dolor de cabeza y una descompostura que fue en aumento, a punto tal que tuve que dejar el magnífico desayuno y recostarme clavándome un Sertal a ver si se me pasaba. Mientras tanto mis compañeros de viaje fueron al centro a pasear y hacer algunas compras. Al descansar una horita ya me sentí mejor y me levanté. Dalciomar gentilmente me preparó un té de boldo para ayudar a la mejoría. Así que me uní al resto del grupo para seguir la recorrida. La idea era visitar Canela y algún parque por las inmediaciones.
Canela está separada de Gramado por el Valle del Quilombo (paradójicamente, ya que como dijimos, son ciudades muy ordenaditas). La amplitud de este valle se puede apreciar desde el mirador Belvedere, con sólo estacionar el auto en ese tramo del camino, justo frente a la “aldeia de Papai Noel”, otro de los tantos entretenimientos que tienen para los turistas en estos lugares, y que nosotros, más orientados a la Naturaleza, no consumimos.
Estando en estos lugares hay que estar atentos porque entre Gramado y Canela hay dos “fiscalizaciones electrónicas” (aquí no las llaman pardais, pero es lo mismo). Si bien están debidamente señalizadas, hay que tener cuidado de no pasar a más de 50 km. por hora. La velocidad a la que uno pasa la puede ver en un indicador luminoso.
Ya entrando en Canela (recordemos que prácticamente no hay separación entre ambas ciudades), llama la atención un edificio del cual parece haber caído desde el primer piso una locomotora. Es un montaje efectuado para promocionar otro atractivo: El Museo “Mundo a Vapor”, que ofrece maquetas y exhibiciones de la época en que el mundo se movía a vapor, como la locomtora. Para más realismo, la máquina (impecablemente mantenida) echa humo y efectúa pitidos. Junto al museo funciona una gran feria de productos textiles que fue ávidamente visitada por nuestras mujeres (aunque todo nos parecía caro).
Canela es una ciudad un poco más grande que Gramado (40.000 habitantes), con un estilo similar pero más antigua y no tan elegante. Es reconocida la belleza y magnitud de su Catedral de Piedra . Se nos hacía la hora de almorzar y decidimos seguir la recomendación de Daniel235: la sandwichería frente a la plaza (Skillo Lanches) y no salimos defraudados.
Luego del almuerzo (ligero, como corresponde a excursionistas activos) encaramos un poco al azar
hacia el “Parque das Corredeiras” (rápidos). a 10 km por camino de tierra. Resulto muy lindo el
camino que atraviesa en permanente bajada zonas rurales "gaúchas", con criaderos de ovejas,
vacas y chanchos y cultivos de banano, viñedos, etc. Y al llegar nos encontramos con la grata sorpresa
de que no habia nadie (nadie en la entrada, nadie atendiendo y nadie recorriendo).
Ya era un poco tarde, pero con suficiente luz como para recorrer la orilla de un río (el Paranhana) con bonitos rápidos
(corredeiras) entre una espesa vegetación, como todo por estas sierras.
El lugar es muy utilizado para parcticar rafting, claro que con menos frío. Así que resultó un grato paseo, no tanto para el Honda que tuvo que cinchar cuesta
arriba a la vuelta!!
JUEVES 23: PARQUE DAS 8 CACHOEIRAS
En nuestro último día en las Sierras Gaúchas otra vez nos dejamos aconsejar por el uruguayo Daniel y
visitar el Parque das 8 Cachoeiras (cascadas). Para ello había que llegarse hasta Sao Francisco de
Paula, la última ciudad de las sierras (40 km. al este de Gramado), y la menos alemana y más gaucha
de todas. Resultó ser otro parque de exhuberante vegetación pero de estilo más salvaje. Puedo
concluir que fuimos en un “crescendo de salvajismo” en nuestras visitas a los parques, desde el
civilizado Caracol hasta éste. Casi no nos cruzamos con nadie en las caminatas, y éstas fueron
largas y de diversa dificultad. Para ver las 8 cascadas habria que haberle dedicado más de un día.
Nosotros caminamos (o más bien trepamos) hacia 4 de ellas. Los recorridos eran a través de una
selva espesa, con mucha humedad que transformaba la tierra en barrito a veces resbaladizo
. La infraestructura disponible no era mucha: a veces había cadenas para ir sosteniéndose en el
ascenso, otras veces habia que agarrarse de alguna liana o rama cercana. A veces habia puentecitos
precarios para cruzar los cursos de agua, otras veces habia que hacer equilibrio por las piedras.
Nos ligamos algunos golpes y mojaduras, pero la recompensa siempre era buena pues las cascadas
eran imponentes: entre 36 y 75 metros de altura en ese marco de vegetación lujuriosa, en la que
se destacaban no tanto las araucarias sino las palmeras xaxim
, que no superan en el mejor de los casos los 3 metros pero tienen hermosas hojas en forma de
helechos. Se ve que se sienten muy a gusto en esos ambientes con poca luz y mucha humedad. El
primer sendero que hicimos fue el más corto y sencillo (15 minutos) y nos permtió conocer la cascada
quizá más hermosa: la del remanso, de 75 mt. de altura.
. Tuve que enfrentar algunos cuestionamientos de mis compañeros por pretender efectuar un “ranking
de belleza” de las cascadas. Pero, por qué no? Así como un perro dálmata se considera más lindo si
tiene las manchas bien distrubuidas, una cascada puede ser más o menos bella poniendo en
consideración no sólo su altura (elemento fundamental) sino, por caso, su caudal, si la caida es más vertical
(la de Caracol es insuperable en esto), si el curso de agua es más o menos ancho, unificado o se
divide en varias ramas (opino que es mejor lo primero), etc. La cascada del remanso obtiene altos
puntajes en todos estos items.
Luego fuimos hacia la Cascada Escondida, continuando el camino de la anterior, pero bastante más
extenso y dificultoso. Aquí nos encontramos con muchas piedras en el camino (literalmente)
y al llegar, una cascada de inferior calidad que la anterior
, con bajo puntaje también en otro ítem: la comodidad para mirarla. Había que andar haciendo
equilibrio ente piedras y agua para más o menos encontrar un sitio desde donde obtener una foto
aceptable.
Había que volver al sector administrativo del parque para encarar las otras dos cascadas. Ernesto
y Diana mostraban en sus “bum-bums” (forma simpática de nombrar en Brasil a lo que nosotros
llamamos incorrectamente “cola”) manchas de barro producto de sendos resbalones. Previa ingestión
de unos sandwiches y el consiguiente descanso reparador, nos largamos por el sendero que conduce
a las cascadas Neblina y Ronda. Este sendero en un momento se bifurca. Elegimos ir primero a
Neblina. Con las dificultades del caso, pero pasando por lugares de impactante lujuria vegetal
nos encontramos con una hermosa cascada que la pongo en
tercer lugar en el ranking de lo visto en estos pagos, luego de Caracol y Remanso, fallando sólo en
tener una altura mucho menor: 36 mt.
Hubo que desandar el camino hacia la bifurcación y ahí empezó lo más bravo. El acceso a la cascada
Ronda fue el más dificultoso lejos, incluyendo el tener que trepar escarpadas subidas (solamente en algunos
casos había cadenas de ayuda)
y cruzar un río por piedras móviles y resbalosas.
Aquí la única que salió indemne fue mi mujer, Silvia, ya que Ernesto y yo dimos con nuestro pie adentro del agua y Diana golpeó su rodilla
contra las piedras; afortundamente pudo seguir el camino. Luego repasé el relato de Daniel y advertí
que no se habían animado a hacer este cruce, pensando (con más prudencia que nosotros) que una
lesión le podría haber imposibilitado manejar al regreso. Pero bueno, llegamos y el premio fue la
cascada Nº 4 en el ranking.
. Ojo: hay que considerar que el volumen de agua puede afectar notablemente la calidad de la cascada.
Es muy probable que el caudal de las caídas sea variable, y que el que vimos no sea el mayor caudal
posible. De ser así, la cascada Ronda, con más volumen de agua, mejoraría mucho su aspecto.
Al regresar a Sao Francisco de Paula dimos una vuelta al laguito de la ciudad, muy cuidado y prolijo,
con sus veredas, banquitos y mansos patos y gansos muy domesticados.
Lamentablemente en este paseíto tranquilo una goma (Michelin) chocó el cordón de la vereda y se
rompió. Hubo que cambiarla y se nos creó la necesidad de comprar otra al regreso, en algún local
de Michelin para aprovechar que estaban en garantía. Por Internet ubicamos uno en Novo Hamburgo.
VIERNES 24: LAGUNA DOS PATOS
Llegó el momento del regreso, y esta vez hicimos una variación: ya recorrida la bella pero sinuosa
“ruta romántica” a la ida, era preferible a la vuelta tomar la vía más rápida hacia Novo Hamburgo:
ruta 115 hacia Taquará, y de allí la ruta 239, vía Sapiranga. Resultó una carretera agradable, y nos
permitió despedirnos con bellos paisajes de las Sierras Gaúchas, sus araucarias y sus palmeras xaxim.
En Novo Hamburgo tuvimos dificultades para ubicar la gomería, pero al fin hicimos el cambio del
neumático y seguimos viaje, por la misma autopista 116 por la que habíamos ingresado (aunque por
el carril opuesto, jaja), hasta Porto Alegre. Casi llegando a Gauaiba la ruta deja de ser autopista y
se bifurca. Allí volvimos a cambiar el rumbo: en lugar de volver por la ruta 290 hacia Sao Gabriel,
continuamos hacia el sur por la 116, que corre junto a la enorme Laguna dos Patos, de 250 km de
largo, ya mencionada. Teníamos dudas en elegir este camino pues otro uruguayo, Charlypoa,
mencionaba que había mucho tránsito de camiones desde y hacia el super puerto de Río Grande, y
que en días de lluvia se juntaba agua. Ese día hubo fuertes tormentas en Sao Paulo y otros lugares
brasileros, pero no aquí, así que nos largamos, sin mayores inconvenientes pese al intenso tráfico.
Antes de llegar a Pelotas (antes habíamos estado en el valle del Quilombo y ahora andábamos en
Pelotas), entramos en Sao Lourenço do Sul, la posibilidad más accesible de ver la Laguna dos Patos,
a pocos km de la ruta. Resultó una ciudad de 45.000 habitantes, antigua y agradable, con mucha
actividad teniendo en cuenta la hora siestera a la que llegamos. Punto de abastecimiento para la fuerte
actividad agrícola de la región, y además, puerto de pesca con sus pintorescas lanchitas de colores
amarradas en la desembocadura del río Camacuá. Llegando a la costanera, la laguna por cierto no
se diferencia del mar abierto
salvo en la falta de oleaje y en sabor dulce de sus aguas, lo cual pudimos comprobar acercándonos a
la orilla. Eso sí, el clima frio y ventoso no daba para hacer un picnic, asi que esta vez los sandwiches
los comimos dentro del auto.Al sur del puerto de Rio Grande termina la laguna de los Patos y también el intenso tránsito de
camiones que van y vienen desde Porto Alegre. Asi que el recorrido fue mas tranquilo. El camino
atraviesa en seguida la reserva natural de Taim, donde pudimos ver muchas aves (caranchos, garzas,
cigueñas) y los grandes carpinchos que junto con otros bichos que habian intentado cruzar la ruta se
veian aplastados sobre la misma. Hay que estar atentos pues hasta caimanes se pueden ver, según ha
documentado fotográficamente Charlypoa. Luego el paisaje se entró a parecer mucho a la llanura
pampeana, quiza mas desolada todavia,
hasta llegar a la frontera con Uruguay (Chui - Chuy) ya de noche, dado lo extenso del trayecto encarado.
De ahí nos largamos hasta Punta del Este, donde pernoctamos, luego de conseguir alojamiento en el
lindo Hotel Bonne Etoile, a precio más bajo que en Gramado.
SABADO 25: DE PUNTA DEL ESTE A COLONIA
Antes de emprender viaje rumbo a Colonia, donde nos esperaba a las 19 el Buquebus que habíamos
contratado por Internet días atrás desde Gramado, dimos un paseíto por este glamoroso balneario,
en estos momentos fuera de temporada. Nos sacamos una foto junto a la famosa “mano” obra del
escultor chileno Mario Irrazábal.
Este artista tiene hecha una escultura igual en una playa de Puerto Natale, bien al sur de Chile, que
vimos hace años. Luego recorrimos la costa hacia el norte, observando las lujosas edificaciones y
deteniéndonos en La Barra (desembocadura del arroyo Maldonado). El viento hacía flamear con
ganas a la bandera uruguaya.
El arroyo es cruzado allí por un curioso “puente ondulante”, obra del arquitecto Leonel Viera en 1965.
La extraña forma de este puente (que Ernesto cruzó rápido para hacernos subir las medialunas que
habíamos comido en el desayuno), me invitó a la reflexión: habrá querido este artista reflejar así la
ondulada campiña uruguaya? Quién sabe… O quizá simplemente las olas del mar…
Había que seguir rumbo a Colonia. Y elegimos la mejor ruta disponible, la autopista costera que pasa
por Montevideo. La ruta penetra en la capital de Uruguay, pero eso no fue inconveniente ya que
disfrutamos de la extensa costanera montevideana iluminada por un sol radiante.
Qué apertura tiene Montevideo al Río de la Plata, a diferencia de Buenos Aires, que siempre le dio la
espalda!
Poco antes de llegar a Colonia se acaba la autopista y pasa a ser ruta simple, aunque vimos largos
tramos bien avanzados de construcción de la otra mano. Y ya cerca de nuestro destino, la ruta
aparece bellamente rodeada de palmeras.
En Colonia almorzamos unos “chivitos” (sandwiches de carne) y visitamos el Casco Histórico
(declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1995) .
Nos acercamos al puerto con tiempo como para hacer los trámites, subir el auto y asegurarnos buena
ubicación en las mesitas que nos permitiera distraernos jugando a las cartas durante el extenso
viaje de más de 3 horas.
Llegamos a Buenos Aires a eso de las 22:30.
FIN
Fecha: 07/Sep/2009 16:36:57
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