La Ría da Estrela, en las Rías Baixas, ofrece una experiencia única a través de sus iglesias y santuarios. Lugares como San Vicente de Noal en Porto do Son, los templos góticos de Noia, el monasterio de San Xusto en Lousame, y el Santuario da Virxe do Camiño en Muros, combinan historia, arquitectura y profunda devoción. Un recorrido ideal para conectar con el patrimonio religioso de Galicia.
Descubre la Ría da Estrela más espiritual a través de su patrimonio religioso
Vamos a realizar un recorrido por algunos de los templos más emblemáticos de la arquitectura sacra de este fascinante rincón de Galicia.
La Ría da Estrela no solo deslumbra con su exquisita gastronomía, rutas de senderismo impactantes y tradiciones conmovedoras; también es un lugar donde la espiritualidad y la devoción ofrecen al viajero una experiencia única y transformadora. Este paisaje costero, que forma parte de las Rías Baixas, invita a conocer su alma más profunda a través de sus iglesias y santuarios, espacios que, además de su valor arquitectónico e histórico, reflejan la arraigada religiosidad de la región. Algunas de estas joyas se vinculan con rutas de peregrinación como el Camino de Santiago, integrando un recorrido espiritual inolvidable.
Iglesia de San Vicente de Noal – Porto do Son
Comenzamos nuestro viaje en la playa de Subiglesia, en Porto do Son, caminando con el mar a nuestro lado. Aquí encontramos la iglesia de San Vicente de Noal, cuyo origen se remonta al periodo románico, aunque el edificio actual data del siglo XVIII. Al acercarnos, destaca su esbelto campanario de dos cuerpos coronado con una pequeña cúpula y un pináculo. Este templo no solo es un lugar de culto, sino también una parada obligatoria para aquellos que buscan conectar con la historia y la espiritualidad de la región.
Noia: Santa María a Nova y San Martiño
En Noia, dos templos capturan la atención de quienes buscan rastros de la historia y la fe. Santa María a Nova, sede del Museo de Laudas Gremiales, es un magnífico ejemplo de arquitectura gótica marinera y ha sido declarada Monumento Nacional. Sus más de 500 lápidas gremiales son un auténtico testimonio de la historia de la ciudad. A unos pasos, la iglesia de San Martiño brilla con su imponente rosetón y las escenas bíblicas talladas en su portada. Este templo, testigo de la prosperidad medieval de Noia, alberga tumbas medievales y es una joya tanto artística como histórica.
Outes: San Xoán de Sabardes y San Tirso de Cando
En Outes encontramos la iglesia de San Xoán de Sabardes, consagrada en el año 1102 por el arzobispo Xelmírez y encomendada a los monjes benedictinos. El templo que se erige hoy, de estilo barroco del siglo XVII, conserva una sencilla pero imponente fachada coronada por un campanario ricamente decorado. En su interior, tres retablos dedicados a San Xoán Evangelista, Nuestra Señora del Socorro y Santa Ana invitan a la reflexión. Muy cerca, la iglesia de San Tirso de Cando, con su peculiar planta de cruz, deslumbra con su campanario de cuatro cuerpos, adornado con placas y pináculos.
Lousame: Monasterio de San Xusto de Toxosoutos
Si hay un lugar en Lousame donde la espiritualidad se respira en cada rincón, es el monasterio de San Xusto de Toxosoutos. Este antiguo centro de influencia religiosa, situado a los pies del río San Xusto, ofrece un escenario idílico, con cascadas y rápidos que acompañan el imponente templo barroco. En su época, fue uno de los monasterios más importantes de Galicia, con una influencia que traspasaba fronteras hasta llegar a Zamora y Portugal.
Muros: Iglesia de San Pedro y Santuario da Virxe do Camiño
Nuestro itinerario finaliza en Muros, donde nos recibe la iglesia de San Pedro, un perfecto ejemplo del gótico marinero que evolucionó a medida que la ciudad crecía, dotando al templo de una mezcla fascinante de estilos arquitectónicos. En su interior, destaca un retablo barroco, mientras que en el exterior, la plaza del atrio con su cruceiro central es un lugar ideal para una pausa. La pila bautismal, adornada con la figura de una serpiente de piedra, simboliza la lucha entre el bien y el mal. A poca distancia, el Santuario da Virxe do Camiño atrae a devotos que, desde tiempos antiguos, acuden en peregrinación para ofrecer oraciones y agradecer los favores recibidos.
Este viaje por los templos de la Ría da Estrela es mucho más que un recorrido arquitectónico; es una invitación a sumergirse en la historia, la devoción y el misticismo de una región con profundas raíces espirituales.
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A tan solo 40 kilómetros de Santiago de Compostela, y en la misma provincia de A Coruña, se encuentra la bella localidad de Noia. Allí se erige la iglesia gótica de Santa María A Nova que despierta una gran curiosidad entre los visitantes ya que contiene un original y único Museo, el de las Laudas Gremiales. Aquí se puede disfrutar de una amplia exposición de lápidas sepulcrales o laudas que datan desde la épica medieval hasta la moderna. Estas laudas son un registro de la historia de la localidad donde se puede distinguir hasta casi una treintena de distintos gremios que habitaban en la localidad.
En la Iglesia desacralizada de Santa María A Nova (siglo XIV), representativa de la arquitectura gótica marinera y declarada Conjunto Artístico Nacional en 1973, se encuentra uno de los museos más singulares del mundo: el Museo de Lápidas Sepulcrales.
En él, el viajero encuentra una gran colección de losas rectangulares de piedra, que cubrían las tumbas de los fallecidos y que destacan por sus inscripciones, marcas y grabados. Las marcas más importantes son las que a través de sus símbolos desvelas datos relevantes sobre el difunto, como el gremio de artesanos al que pertenecía, o las heráldicas que indicaban quién era su familia. En total hay más de 500 lápidas gremiales de los siglos XIV y XIX. La razón por la que se utilizaban dichas marcas para identificar al difunto era por que en aquella época la mayor parte de la población no sabía leer. Esta simbología permitía reconocer a quién pertenecía cada sepulcro.
Este conjunto de lápidas gremiales es el que da nombre al recinto, uno de los más representativos de Noia. Aquí se contabilizan al menos veintinueve gremios profesionales entre: marineros, canteros, carpinteros, curtidores, herreros, zapateros, mercaderes, carniceros o sastres. Así, encontramos grabados de tijeras (sastres), utensilios de pesca (marineros), escuadras y compases (carpinteros y canteros). Otra de las laudas que destaca es la del ‘Peregrino’. Esta lápida data del siglo XV, tiene esculpida la figura de un peregrino, con sombrero de ala ancha, que apenas tapa una larga melena que le llega hasta los hombros, el bordón en su mano derecha y el Libro de los Apóstoles a su izquierda; destaca también la túnica que cubre su cuerpo hasta los pies adornada con vieiras.
PONTE NAFONSO,
LA JOYA DE DOCE SIGLOS DE HISTORIA DE LA RÍA
El Ponte Nafonso, que figura como Ponte das Pías en los documentos medievales, une los concellos de Outes y Noia, superando el obstáculo del río Tambre, que sirve de límite entre ambos municipios. Se cree que fue construido durante el reinado de Alfonso IX, al que debe su nombre. Antes de su construcción era necesario pasar el estuario en barca, lo que constituía un considerable problema para el tránsito de personas o mercancías. Un lugar de gran valor ecológico ya que Estuario del Tambre pertenece a la Red Natura 2000.
Distintas reformas medievales y la reedificación realizada entre 1842 y 1844 le proporcionaron su actual aspecto. Este hermoso puente está construido en sillares de granito y se encuentra sostenido por 20 arcos de perfil ojival. El puente contaba en origen con 27 arcos, pero 7 de ellos se perdieron por las riadas. Pese a esa disminución, se trata de uno de los puentes medievales más largos de Galicia, pues se aproxima a los 270 metros. Su ancho, de 5 metros, también lo convierte en uno de los más destacados de Galicia.
Su longitud y estampa lo asemejan al de Pontesampaio, localizado al fondo de la ría de Vigo, sobre el río Verdugo. En esta zona cercana a la desembocadura, el Tambre conforma un conjunto de gran valor paisajístico, con un frondoso cañaveral que sirve de albergue a variada fauna. Las montañas de sirven de telón de fondo para redondear una hermosa estampa que no podemos dejar de visitar.
Una vez cruzado el puente, en Outes, nos aguarda la ermita de Nosa Señora da Ponte, una pequeña capilla de los siglos XVI y XVII que perteneció al monasterio de S. Xusto de Toxosoutos. Su denominación nos ayuda a comprender la gran importancia que este puente tuvo y todavía tiene para los habitantes de esta comarca.
Información facilitada por la Oficina de Turismo Ria de Muros-Noia: www.ariadaestrela.com/
Ayer di un paseo por esta agradable villa después de comer. Ya no estaban los puestos del popular mercadillo dominical, así que vimos la villa con toda tranquilidad.
Nos encantó la visita del museo de las lápida gremiales y su cementerio. El centro medieval también es bonito y la Iglesia de San Martiño.
Hay que volver pero con más tiempo.
Noia. Más que un puerto, una confluencia de cultura, historia, tradición y vida. Es de obligada visita este ‘Portus Apostoli’. Noia es un lugar donde los rincones y lugares con una historia que contar parecen que no acaben nunca. Una visita a la Noia Histórica, al Museo de Laudas Gremiales, a la Iglesia de San Martiño o admirar todos y cada uno de los pazos que hay en esta ciudad es una buena excusa para dejar que alguien que domine la materia te ayude a adentrarte en un viaje en el tiempo apasionante.
La iglesia de Santa María A Nova de Noia, en la Ría da Estrela tiene una impresionante colección de laudas (lápidas) gremiales que datan de los siglos XIV a XIX.
A simple vista, desde fuera puede parecer una iglesia corriente. Y puede que, si ya llevamos vistas unas cuantas, una parte de nosotros diga “ver otra más, ¿para qué?” ¡Craso error! En la Iglesia de Santa María A Nova, joya del Gótico Marinero, característico de la zona, y su cementerio aledaño se concentra una colección de más de medio millar de lápidas con grabados o relieves que no se encuentran en ningún otro lugar. Una sorprendente forma de conocer el pasado de la Ría y de comprender cómo se organizaba la sociedad y la importancia de los gremios y la heráldica familiar.
Una visita a la iglesia desacralizada de Santa María A Nova es un salto atrás en el tiempo que nos lleva a disfrutar de la icónica arquitectura presente en la región. El gótico marinero, fácilmente reconocible si miramos el techo de la nave central, que nos recordará al casco de un barco dado la vuelta, está presente en una construcción que alberga una curiosa colección. Sujetas en pie, se pueden admirar una selección de laudas con diferentes motivos esculpidos.
El primer tipo de laudas que distinguimos son las gremiales. Se distinguen de las demás en que poseen algún elemento distintivo de un oficio, como una concha, para los pescadores; unos pies, para los zapateros; unas tijeras y una vara de medir, para los sastres, etc.
También hay otro grupo de laudas con marcas familiares o distintivos que eran transmitidos de padres a hijos y que generalmente estaban asociadas a las herramientas que utilizaban en vida los difuntos.
Por supuesto, también hay expuestas una serie de lápidas con motivos heráldicos y epigráficos en los que figura el escudo de armas de la familia del difunto. Cabe recordar la importancia de los blasones familiares en la cultura de la época como símbolo de status y diferenciación social.
En cuarto lugar, se pueden apreciar algunas lápidas con temas antropomorfos, con la figura humana como elemento central. Una explicación con mucho sentido a la existencia de esta colección sería que en la antigüedad la mayor parte de la población era iletrada, por lo que en la mayoría de los casos no podrían averiguar quién estaba enterrado en la tumba. De ahí que se optara por representaciones de oficios o símbolos fácilmente reconocibles por los habitantes de la época.
La visita continúa en el exterior, pues en el cementerio se puede admirar un crucero cubierto por un baldaquino del siglo XVI, conocido como el Cristo do Humilladoiro. A su alrededor, una impresionante colección de lápidas que convierten al museo de laudas en un monumento histórico, declarado como tal en 1973 y que lo convierte en un rincón de la Ría da Estrela único.